Todos los niños nacen de las barrigas de sus mamás. Incluso hay algunos que vienen de París, los trae una cigüeña o vienen con un pan debajo del brazo (¡Que suerte!) Pero hace muchos años, en un pueblo situado en un pequeño valle, que nació una niña especial… ¡Porque nació de un huevo! La niña tenía las piernas delgadas de pollito, pelo amarillo de pollito, tamaño de pollito y comía tan poco como un pollito. Por eso, aunque se llamaba Lucía, todo el mundo la llamaba Pollito.
Pollito vivía en el valle y aunque siguió comiendo poco, creció. Siempre era la más pequeña de la clase pero no le importaba porque siempre era más grande que las gallinas que había en su escuela infantil y habiendo nacido de un huevo ¿Que más se podía pedir? Cantaba con sus amigos y bailaba hasta que un día, sus papás le dieron una buena noticia ¡Iba a tener un hermanito! Pollito se preguntaba si su hermano saldría de un huevo como ella. Y efectivamente, su hermano nació de un huevo. El niño tenía las piernas fuertes de tortuga, tamaño de tortuga y era tan tranquilo como una tortuga. Por eso, aunque se llamaba Gonzalo, todo el mundo lo llamaba Tortuga.
Imaginad que gracioso era ver a Pollito y a Tortuga andando juntos por el pueblo. Pero cuando Pollito tenía nueve años, hubo más cambios en su vida. ¡Se tuvieron que ir a una ciudad! Ella estaba emocionada y feliz, incluso más que Tortuga. Pollito creció más y más y, demasiado pronto, llegó el momento de decidir que quería ser. Al principio quiso dedicarse al Turismo. Sería una feliz Pollito que recorrería el mundo. Pero no le salió bien. Después quiso ser una feliz Pollito camarera que sirviera en cenas de gala. Pero tampoco salió bien. Pensando y pensando, Pollito decidió dedicarse a lo que más le gustaba: Los niños.
Y así, terminó llegando a la escuela infantil “Os Pichóns”, donde pudo encontrar niños tan especiales como había sido ella, nacidos de huevos, barrigas de mamás, traídos de París e incluso .
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